Trastorno de estrés postraumático complejo

Advertencia de desencadenantes:

Un día en agosto de 2016. Estuve tomando un vino en la terraza de un bar en la Alameda de Hércules en Sevilla. Pensé en que no había llorado desde 30 años, 40 años, o más. Pensé en esto, y sentí que se abrieron las esclusas. Volví rápidamente a mi casa, y en casa empecé a llorar. Lloré, lloré y lloré. No se cuanto tiempo. ¿Una hora? ¿Dos horas? Dejé de llorar no porque ya no se quedaba nada, sino por agotamiento. Mi cuerpo no pudo más. Así empezó mi proceso de enfrentarme a mi trauma complejo. Ya desde años había tenido a vez en cuando pensamientos sobre abuso sexual, sobre si o no yo había sido víctima de abuso sexual en mi infancia. Pensamientos que se volvieron cada vez más intrusivos. Pero, no tenía, ni tengo, recuerdos. Toda mi infancia hasta al menos los 10 años de edad es una grande laguna de memoria, un vacío completo. Nada. Ni un recuerdo. O, mejor dicho, ni un recuerdo que mi mente esta dispuesta a mostrarme. Pensándolo ahora, hay muchos recuerdos. Mi cuerpo lleva la cuenta, y durante años mis flashbacks fueron puramente emocionales.

Trauma. Trauma complejo. Abuso sexual, abandono emocional, bullying, y no sé que más. Una infancia feliz.

Estos textos etiquetados con trauma son parte de mi proceso de enfrentarme a mi trauma, de sanar lo que puedo sanar, y de aprender a vivir con lo que no puedo sanar, porque las heridas son demasiado profundas. Son textos altamente personales. Son textos difíciles, muchas fue muy duro escribirlos, y me imagino que puede ser duro leerlos. Te animo a cuidarte. Estoy consciente de que estos textos pueden disparar tu propio trauma, y, si no te cuidas, pueden ser (re)traumatizante.

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